La ambición de los Celtas fue más allá y aprovecharon para expandirse por toda la costa atlántica de Francia y del norte España, con el objetivo de participar en el ruta del estaño de los fenicios. Y no solo eso, también se expandieron por el valle del Ebro hasta llegar al territorio de los íberos. A este grupo de celtas del Ebro se les denominó Celtíberos. Sobre el año 630 ac, los Celtíberos habían creado una ruta del estaño totalmente nueva, “la ruta del Ebro”. Los celtas transportaban el estaño por la costa atlántica hasta las fuentes del Ebro y luego navegaban río abajo hasta la desembocadura, donde los iberos del delta del Ebro lo compraban y lo vendían a los comerciantes griegos. En el poema “Ora Maritima” de Avieno se describe esta nueva ruta comercial del Ebro, donde la ciudad de Tyrichae no puede ser otra que Tortosa.
Avieno “Ora Maritima”
“En los aledaños hubo muchísimas ciudades: en efecto, aquí estuvieron Hylactes, Histra, Sarna y la insigne Tyrichae; nombre antiguo el de esta ciudadela y enormemente famosas fueron las riquezas que sus habitantes por las costas del mundo, pues, además de la fertilidad de sus campos, merced a la cual la tierra cría ganados, viñas y los dones de la rubia Ceres, se transportan mercancías foráneas por el río Ebro.”
Si comparamos la historia de Tyrichae con la historia del rey Argantonio de Tartessos que nos trasmite Herodoto, observamos que ambas historias coinciden en el tiempo y en el lugar. De ello podemos deducir que Tyrichae, Tartessos y Tortosa deben ser la misma ciudad. Según esta hipótesis el río Tarteso no sería el río Guadalquivir sino el río Ebro. Así mismo, los tartesios serían los antecesores de los iberos, cuyas tribus se extenderían por la costa Mediterránea desde los Pirineos a Cartagena, quedando Tortosa y el delta del Ebro en el centro de este territorio. Situando a Tartessos antes del estrecho de Gibraltar, fuera de la influencia de los fenicios y cerca de la protección de la poderosa colonia griega de Marsella, todos los enigmas y contradicciones planteadas por el testimonio de Herodoto sobre Tartessos desaparecen de golpe.
La sorprendente similitud entre los nombres “Tortosa” y “Tartessos” resulta reveladora y no ha pasado desapercibida para muchos investigadores. La identificación de Tartessos con Tortosa fue propuesta inicialmente por el teólogo alemán Redslob en 1849, (“Prog. D. Hamburg, Acad. Gymnasium”). Posteriormente esta hipótesis también ha sido apoyada por otros historiadores como E. Bayerri en 1933 (“Historia de Tortosa y su comarca”), F. Parreu en 1960 (“Tartessos, Tyrichae, Tortosa”) y recientemente ha vuelto a popularizarse por un artículo publicado en un blog por Carles Camp (“La localització de Tartessos és desconeguda. Pot ser Tartessos Tortosa?”).
La descripción que tenemos de Tartessos por parte de los escritores griegos y romanos es la de una ciudad amurallada que controlaba la desembocadura de un gran río. La descripción concuerda perfectamente con la antigua ciudadela de Tortosa, un recinto amurallado situado en una colina junto al Ebro que actualmente alberga el Parador Nacional del Castillo de San Juan, conocido también como el Castillo de la Suda. Antiguamente el delta del Ebro todavía no se había formado y el puerto fluvial de Tortosa dominaba la desembocadura del río.
Tortosa, Castillo de la Suda junto al Ebro