En la Ora Marítima de Avieno se indica que la frontera de la civilización de tartessos ("Terminus Tartesiorum”) estaba situada entre los ríos Júcar y Segura. Esta frontera concuerda con la hipótesis de que los tartesios fueron los pre-iberos y que el territorio de los mastienos hacía de frontera entre fenicios y tartesios.
Avieno, “Ora Maritima”
“Al fondo de esta ensenada se alza con sus altas murallas la ciudad Masiena [CARTAGENA] (...) Allá el río Teodoro [RÍO SEGURA] (...) desemboca lentamente. Los fenicios fueron los primeros en habitar estos lugares. De nuevo se extienden desde aquí arenales por la costa y tres islas circundan en toda su amplitud esta costa. Aquí en tiempos pasados estuvo la frontera de los tartesios [TERMINUS TARTESIORUM] (...), hasta el cauce del río Cano [RÍO JÚCAR], que los regaba; y a partir de allí se extienden las islas Pitiusas, y las lejanas siluetas de las islas Baleares.”
Según nuestra hipótesis, los tartesios serían los habitantes anteriores a los iberos de la zona de Tortosa, los que posteriormente fueron conocidos como los íberos Ilercavones. En la “Ora Marítima” se describen una serie de pueblos vecinos de los tartesios que son imposibles de identificar si los situamos en la zona del Guadalquivir, pero muy fáciles de identificar si situamos al río Tartessos en el Ebro. Según la descripción, la zona al oeste del río Tartessos se denomina Iberia y estaba habitada por los íberos. Esta zona se corresponde con el levante peninsular y estaba habitada por la tribu íbera de los Edetanos, a los que se les puede considerar como la tribu más representativa de toda la cultura íbera.
Avieno, “Ora Maritima”
“Entretanto, acto seguido, corre el río Ebro y su Caudal fecunda los terruños. La mayor parte de los autores refieren que los iberos se llaman así justo por este río, pero no por aquel río que baña a los revoltosos vascones. Pues a toda la zona de este pueblo que se encuentra junto a tal río, en dirección occidente, se la denomina Iberia. Sin embargo el área oriental abarca a tartesios y cilbicenos. (...) A partir de aquí una extensa región se aleja de la llanura de aguas saladas, tierra adentro; la raza de los etmaneos la habita. Y después, por otro lado, hasta los labrantíos de los cempsos, se extienden los ileates sobre tierras fértiles; si bien las zonas marítimas las controlan los cilbicenos. (...) se halla un litoral de arenales en suave pendiente, en los que los ríos Besilo y Cilbo derraman sus aguas.”
Los cilbicenos o selbisenos se encuentran en las orillas del río Cilbo, junto a los tartesios, al este del río Tartessos y controlando la zona marítima. La descripción de este pueblo coincide con la tribu íbera de los Cessetanos, en la ciudad de Cesse, la antigua Tarragona. El “litoral de arenales de suave pendiente” coincide con el campo de Tarragona, y los ríos Besilo y Cilbo se corresponden con los ríos Gayà y Francolí respectivamente.
Tierra adentro siguiendo el cauce del río Ebro tenemos a los Sedetanos, que se corresponden con los Etmaneos. También tierra adentro pero en dirección este, siguiendo el cauce del río Segre se hallan los Ilergetes, con su capital en Ilerda (Lérida), que se corresponden con los Ileates. La similitud entre los nombres “ilergetes” e “ileates” resulta reveladora. Más allá de los Sedetanos y los Ilergetes se hallan las tribus celtas, denominadas “cempsos” en la Ora Marítima.
El yacimiento íbero de la Moleta del Remei en Alcanar, cerca del delta del Ebro, es el asentamiento más representativo de los íberos ilercavones. Según nos indican las pruebas arqueológicas, este asentamiento fue creado en el siglo VIII ac por un pueblo pre-ibero, que nosotros identificamos como los tartesios. En el siglo VI ac se puede identificar una destrucción del poblado por fuego y un abandono posterior por un periodo superior a 100 años. En el siglo IV ac el asentamiento fue repoblado por iberos de la tribu de los ilercavones. Esta fase de destrucción y abandono del poblado es común a todos los yacimientos de la zona y coincide con la época de la destrucción de Tartessos por los cartagineses. En cambio esta fase de destrucción no existe en la zona del Guadalquivir, donde se aprecia una continuidad poblacional y cultural durante esa época.